jueves, 10 de marzo de 2011

Miguel Jiménez: “No sabemos si hemos entendido bien la crisis”

Para bajar la comida, Manel Pérez, de La Vanguardia, y Miguel Jiménez, de El País, se sentaron para dialogar sobre la crisis. O más bien, de cómo los medios de comunicación han abordado un tema tan cercano en el día a día como peliagudo para explicar de una forma entendible y amena al ciudadano.

En ese sentido, Jiménez comentó que “se ha tratado de explicar lo mejor que se ha podido, pero no sabemos si la hemos entendido. Pero creo que, sobre todo, hemos sido honestos”. Apuntó Pérez que quizá la prensa llegó tarde y que la la línea que se siguió fue la de explicar de una forma histérica: La velocidad de los mercados fue un gran aliado para que los medios expusieran datos y conceptos rápidamente, sin tiempo de reflexión y quizá “faltó un componente didáctico que evitó que llegara de forma clara a los lectores”, admitió Jiménez.

En cualquier caso, ninguno de los dos cree que la rapidez de internet sea incompatible con el análisis, especialmente, en el ámbito económico. “La rapidez no está reñida con la calidad”, comentó Pérez. “Quizá de lo que adolece es de ofrecer una información completa, pero no es menos precisa que la elaborada con posterioridad”, apuntilló Jiménez.

Solo en un asunto las opiniones de los dos ponentes fueron casi opuestas. Con respecto a la convergencia entre papel y red. La Vanguardia aboga todavía por cuidar el material físico y cuida tanto el diseño como la calidad y el formato. "Sigue habiendo un cuidado exquisito por el papel porque sigue siendo la base de los negocios", aseguró Pérez. Además, la redacción de internet es prácticamente independiente de la redacción papel. En contraposición a El País, que tiene una redacción mucho más integrada, "en internet los temas se expanden como la pólvora y da unas potencialidades que el papel no ofrece", confirmó Jiménez.

Poco más se dijo acerca de si “estamos explicando la crisis hasta que llegaron las preguntas del público, que siempre suelen ser más ácidas e incómodas. Un joven echó en falta las historias humanas que siempre son las caras más afectadas por los problemas económicos. Ninguno de los dos ponentes tuvo argumentos para rebatir. Era tiempo para hacer la digestión.

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