martes, 19 de octubre de 2010

Gigante Ken Follett, y su última obra

Este caballero galés disfrazado de British con tablas promocionales se dejó caer por España para presentar su último libro. Una pequeña élite pudimos acudir a la explicación de cómo se gestó LA CAÍDA DE LOS GIGANTES.

Eran las cinco y diez, supongo que alguno de los que le custodiaban le diría que en España todo comienza tarde. Apareció entre las sillas del auditorio, siguiendo a Joan Tarrida, director general y editorial de Círculo de Lectores, y a Nuria Tey, editora del escritor. Esta última, tras un breve discurso de presentación, le cedió la palabra.

El autor comenzó agradeciendo a la audiencia la gran acogida y el éxito de público que fue UN MUNDO SIN FIN, su anterior novela. Y, haciendo alarde de una simpatía más bien impropia de escritores famosos, también deseó en voz alta que esta nueva obra siguiera ese camino de éxito.

Lo primero que explicó de LA CAÍDA… es que estaba cansado de la Edad Media. Sus dos últimas obras le habían mantenido viviendo en esa época demasiado tiempo. Necesitaba algo nuevo, no quería repetirse. Así que buscó una nueva historia que le interesase, una nueva época en la que poder sumergirse. Y la encontró en el siglo XX. El mismo autor la definió como “the most exciting and violent period of our time, the century of Human Rights, Freedom, Democracy, Female Rights”. Además, añadió que el siglo XX es el nuestro, el de nuestros padres, el de nuestros abuelos, de donde venimos. “It is our story and our history”.

Después de analizar varias obras de otros autores, se dio cuenta de que todos daban un solo punto de vista. Por esta razón, Follett escribió LA CAÍDA… desde un punto de vista internacional. Así, la trama comienza poco antes de la Primera Guerra Mundial, y se irá desarrollando por distintos países. Pero este solo es el primer volumen, su primer acercamiento. Después vendrán dos más: sobre la Segunda Guerra Mundial, y sobre la Guerra Fría. Como él mismo dijo: “tengo 61 años, si quiero ser ambicioso, ahora es el momento.”

LA CAÍDA DE LOS GIGANTES no tiene un solo protagonista. En él se irán relacionando los diferentes personajes de un siglo convulso. Gente normal y corriente de Alemania, Irlanda, Gran Bretaña o Rusia que vivieron la Gran Guerra. No se trata de un libro de historia al uso, sino que tiene todos los elementos que Ken Follett quería leer en un libro: drama, acción, emoción…

Una presentación breve, pero intensa y teñida de anécdotas que agradeció complacido el público. Para terminar deseó fervientemente que gustara a los presentes.

Después de este breve discurso sobre su nueva creación, comenzó el turno de preguntas. La timidez de los asistentes se quedó a un lado para poder conversar, aunque fuera unos segundos, con el autor más leído del club que organizaba el evento. Muchas de las preguntas fueron realizadas directamente en inglés, cosa que agradeció Follett poniendo más atención a las preguntas. Y el escritor, promocionando su obra y a sí mismo con dotes de verdadero artista, fue contestando una a una todas las cuestiones que se le presentaban.

Para cuándo la segunda parte. En dos años. Qué largo. Qué corto.

Le gustó la versión de televisión. Mucho. Algo que fallara. Quizá la madre es demasiado guapa, y todos los personajes tienen una dentadura hollywoodiense impropia de la Edad Media, pero el trabajo era soberbio.

Dónde escribe. Prefiero en mi biblioteca porque me siento más cómodo escribiendo entre libros; cuando fui periodista me acostumbré a escribir rodeado de gente y con mucho ruido; ahora prefiero el silencio de los libros.

Cómo se planifica la escritura de sus novelas. Paso entre seis meses y un año para buscar lo siguiente que quiero contar. Por qué. No me quiero repetir, sino sorprender a los lectores.

Qué pasos sigue. Escribo un borrador, y se lo enseño a mucha gente: editores, amigos, familia, mis hijos, mi agente; después lo reescribo con todos los comentarios que me han aportado.

Cómo le gustaría ser recordado. Como un gran contador de historias; nunca descanso, soy como un niño, siempre estoy imaginando cosas.

Qué lee Ken Follett. Ahora mismo, la última novela de Isabel Allende. Y en general. Libros de historia, best-sellers, aunque no me siento muy cómodo leyendo sobre dragones y magos.

Le costó mucho tiempo saber qué quería escribir después de LOS PILARES DE LA TIERRA. Sí, porque no me quería repetir y quería hacer algo lo suficientemente bueno; no podía ser que una fuera muy buena y la otra no.

Las preguntas y el tiempo se acababan. Después de varios comentarios jocosos y un gran aplauso, el autor pasó la siguiente hora firmando libros a los presentes.

Después vendría otra tienda y un programa de televisión para promocionar la obra de un autor que sigue teniendo los ojos y la imaginación viva, como un niño al que todo le sorprende.

viernes, 15 de octubre de 2010

Nuevo periodismo para nuevos tiempos

Nos encontramos ante un vídeo en el que se resume cómo las tecnologías han avanzado, especialmente las relacionadas con el mundo informativo, o más bien, de la comunicación. Pero no es baladí que comente en este punto que todo lo que aparece en el video no es más que un desarrollo de lo que ya todos conocemos. No por nada está editado en 2000 y es más una reflexión de lo que se podrá hacer en un futuro inmediato.

Llevamos ya mucho tiempo hablando de las “nuevas tecnologías”, pero no paran de salir nuevos avances que ya dejan arcaicos otros elementos. Es cierto que en España la tecnología avanza despacio, pero no debemos concentrarnos (mucho menos los periodistas) en lo que “se lleva en nuestro país”, todavía muy anclado en discusiones legales como las descargas en internet, por ejemplo. Algo completamente superado en otros países que nos llevan muchísima ventaja, no tanto tecnológica, como de implantación de esa realidad en nuestras vidas.

En ese año, aparentemente crucial como fue el 2000, con el tan nombrado efecto que parecía que hasta las tostadoras acabarían dominando el mundo, el video refleja lo que ya en Estados Unidos estaba iniciándose y que a nuestro país todavía no ha llegado con todas sus posibilidades.

Lo que nadie se esperaba por el año 2000 es lo que, personalmente, creo que ha sido (y es) la gran revolución en el ámbito de la comunicación y de las relaciones personales y profesionales: las redes sociales. Solo en los últimos (¿dos?) años, el acto comunicativo se ha convertido en algo tan grande que escapa de nuestro control, y que, por el mismo motivo de su ingente magnitud, es un punto que debemos desarrollar y asimilar como algo inherente a nosotros mismos, como lo fueron el habla o la lectura. Para mí, el nuevo acto comunicativo de masas a través de las redes sociales, se asemeja en importancia a lo que supuso la invención de la imprenta para el desarrollo de las sociedades. Si bien es cierto que en estas plataformas, la información, la opinión y la interpretación se diluyen, con filtros, como con los libros, las redes sociales pueden (porque ya lo hacen) cambiar nuestra relación con nuestro alrededor y nuestros vecinos, sean de donde sean.

Los nuevos periodistas

Por otro lado, como punto negativo, los llamados MOJO’s (moving journalists), los periodistas multimedia que retrata el video, son los nuevos profesionales que todo lo hacen con sus propios medios: imagen, sonido, texto, integrarlo en un medio. Temo que este sistema desmejore o revierta negativamente en el contenido que le debemos ofrecer al espectador/lector. Los que empezamos, aspiramos a convertirnos en buenos “mojo’s”, con la capacidad suficiente para armarnos con un ordenador y poder realizar nuestras propias piezas sin ningún tipo de técnico. Pero para que eso ocurra con la ética y la profesionalidad adecuada, el reciclaje continuo y la formación son básicos para nuestro trabajo. En un momento, 2010, donde la competencia es tan brutal, ya no sirve ser el mejor en un tema, ahora hay que ser el mejor en todo.

El video pone de manifiesto y de una forma contundente, que en nuestras manos está subirnos al futuro que nos encorre, o apalancarnos en un presente cada minuto más obsoleto.

La huelga más social

Lo que no han conseguido los sindicatos, lo ha logrado la red social. La repercusión de la huelga se ha notado, sobre todo, en la red. Solo así podremos entender el impacto que la huelga ha provocado en Facebook, Twitter o Youtube.

Estas tres grandes plataformas sociales han servido para que el ciudadano comente la huelga, la apoye, la censure, exprese su opinión, sus razones, sus comentarios. Estos, sin duda, han sido los verdaderos protagonistas de la huelga social. Tanto a favor como en contra, en Facebook era lo más visitado y lo más seguido. Necesitados de unos valores democráticos claros y de una solución a la crisis que no llega, los españoles nos desahogamos el 29-S a través de la red. Quizá algunos tomaran la decisión de secundar o no la huelga después de leer algunos de los comentarios, o algunos de los blogs que se abrieron para la ocasión, o de las actualizaciones que varios políticos incluyeron poco antes de dar las doce de la noche.

Pero no solo de comentarios a favor o en contra vive el “huelguista en red”. Las plataformas sirvieron para que cada individuo describiera sus vivencias en el día D. Para este cometido, varios son los medios que han dispuesto un portal para que cada quien escriba su vivencia. Por ejemplo, el diario La Vanguardia o El Mundo ofrecen la oportunidad de ser corresponsales de huelga por un día a todo el que le interese. Crónicas que podían completarse con los vídeos grabados con los teléfonos móviles. Así, Youtube se convierte en la plataforma visual más importante y que más importancia ha tenido en la convocatoria y seguimiento de la huelga.

También la imagen fija se hacía eco de los acontecimientos que sucedieron el miércoles 29. Flickr, la red más importante para compartir fotos, crecía a lo largo de la mañana con los miles de fotografías que los internautas realizaban para mostrar al mundo lo que estaba pasando en la calle.

Pero, sin duda, la red más activa ha sido Twitter. Según el portal Cham.tl, que ha analizado los comentarios de los usuarios de esta red, los términos más utilizados (trending topics) fueron, ya a las diez de la mañana, #huelga o #29-S, mientras que los temas más comentados (hashtags) fueron #huelgageneral, #yonovoy o #huelga. Los 160 caracteres tienen ahora un significado mucho más político y profundo. Las consecuencias, críticas, apoyos o la crónica de momentos puntuales se cuelan por toda la red desde primera hora de la mañana, haciendo que el 29S sea recordado en Twitter como uno de los más activos, como vemos en el gráfico:

Un seguimiento que no solo sirve para dejar constancia de tu favoritismo o tu crítica. También, como red social, cumple funciones de servicio público y podíamos encontrarnos con etiquetas como #EMT, #metro, #transporte, donde se nos informaba de los servicios mínimos de cada ciudad española.

Nuevas plataformas de interacción entre ciudadanos para un evento tan antiguo como una huelga que nunca ha tenido más trascendencia social.

La red, ese gran invento (todavía) sin arraigar

Internet ha cambiado nuestras vidas, no hay duda, ha modificado nuestra relación con la información y con el mundo en general. Todo está más cerca, más a mano; todo es más rápido, más instantáneo. Incluso la forma de digerir lo que acontece en el mundo. Y el Periodismo hoy supone caminar entre dos aguas, entre dos mundos que se complementan, pero no han conseguido diluirse y crear un nuevo ser. El papel y la red aún difieren en la forma en la que tratan los contenidos, porque todavía se ve como algo distinto a la hora de afrontarlos. Más sosegado el papel, más veloz la red.
¿Realmente es distinto periodismo? ¿No buscan ambos soportes el mismo objetivo? ¿No son dos formas de enfocar la información que debería ser la misma?
El soporte modifica la relación del usuario con la información. El papel da una opinión, en la red hay miles, millones, que le otorgan un estatus mágico de realidad en miles de dimensiones. Pero no es algo que se esté llevando a cabo de una forma natural, sino que, igual que la televisión iba a matar a la radio, internet parecía comerse todo lo que tuviera a su alcance. El periodista de hoy, especialmente el español, digiere con dificultad el avance que puede suponer (y supone) la red para su propia profesión. No son antagónicos, sino complementarios si se tratan correctamente.

Puntos de vista irreconciliables
Los mismos autores y conocedores del medio periodístico difieren en la opinión que la red les merece con respecto al periodismo. Por un lado, Alan Rusbridger, director del diario británico THE GUARDIAN, aboga por una apertura total, sin restricciones. No en vano, esta actitud le posibilita llegar a una audiencia mucho más amplia y, por tanto, el impacto en la opinión pública también es mayor. Por otro lado, David Simon, periodista y creador de la serie THE WIRE, defiende la idea contraria. Los periódicos deben cerrarse y cobrar por la información que lanzan por internet. Sin ello, el periodismo de redacción acabará por desaparecer, sentencia en una entrevista.
Esta disparidad de opiniones me hace reflexionar sobre el papel principal que desempeña el usuario, pues es él quien decidirá el camino a seguir. Si el periodismo se basa en las fuentes, la red multiplica por mil esa función. Tanta es la exposición a nuevo material que el periodista digital se puede llegar a convertir en un mero filtrador de esas fuentes que saturan el mundo informativo. Discernir lo válido de lo falaz es su nueva misión. La posibilidad es tan ingente que se hace necesaria una formación del usuario en la utilización de las fuentes. Orientarle y dirigirle hacia lo correcto y menos banal.
Quizá peque de idealista pero un periódico se vende por algo más que las promociones. Un buen periódico se vende solo y la red contribuye a que la forma de entender la información pueda llegar a todo el planeta. Y todo el planeta puede llegar a cada usuario. Frases como “Ya no hay periodismo al que volver” merecen una reflexión de quienes estamos iniciando nuestros pasos en este mundo que ya ha terminado para muchos autores.

La tecnología continúa

La red es únicamente una metamorfosis natural del medio de comunicación. Es la Comunicación con mayúsculas entendida como la posibilidad que tiene el usuario de saber de todo, sobre todo, en cualquier parte del mundo o de cualquier época.

Ni la radio acabó con los periódicos, ni la televisión con la radio ni lo hará internet con ninguno de los anteriores. Todos se complementan y ofrecen algo más que, jugado con habilidad, multiplica las opciones del resto de medios. A pesar de los avances, todavía hoy estamos muy lejos de lograr la plena implementación de internet en nuestras vidas como algo natural. Las nuevas generaciones ya han nacido con ello, pero todavía queda mucha formación para que todos podamos disfrutar de las ventajas. Así pues, el objetivo es desplegar toda la fuerza del medio para hacer de la información una herramienta básica para comprender el mundo, pero ya no visto como algo impuesto, sino que el usuario puede ir a buscarla, analizarla, cotejar diversas opiniones, aportar las suyas, comprender los demás puntos de vista, conocer otros nuevos, ser partícipes de la propia generación de la información.
Todavía quedan muchos cabos sueltos. Ni la tecnología está asentada ni ha llegado a popularizarse (mis padres se manejan lo justo con el DVD, no me los imagino con un iPad en las manos). Tampoco el tema monetario está solucionado: ¿Periodismo gratis en la red? ¿Qué ocurre con los derechos de autor? ¿No es un reportaje o una columna de opinión una obra intelectual? Ni (todos) los profesionales están a la altura. Puede que las nuevas olas de periodistas no entiendan la dificultad de “colgar” un artículo en la red, pero la mayoría de los profesionales del medio todavía mantienen ciertas reticencias a la hora de exportar su trabajo fuera del papel. Cuestión de tiempo, ese que pasa mientras nosotros consultamos la quiniela en el IPhone.

jueves, 7 de octubre de 2010

La red, ese gran invento (todavía) sin arraigar

Internet ha cambiado nuestras vidas, no hay duda, ha modificado nuestra relación con la información y con el mundo en general. Todo está más cerca, más a mano; todo es más rápido, más instantáneo. Incluso la forma de digerir lo que acontece en el mundo. Y el Periodismo hoy supone caminar entre dos aguas, entre dos mundos que se complementan, pero no han conseguido diluirse y crear un nuevo ser. El papel y la red aún difieren en la forma en la que tratan los contenidos, porque todavía se ve como algo distinto a la hora de afrontarlos. Más sosegado el papel, más veloz la red.

¿Realmente es distinto periodismo? ¿No buscan ambos soportes el mismo objetivo? ¿No son dos formas de enfocar la información que debería ser la misma?

El soporte modifica la relación del usuario con la información. El papel da una opinión, en la red hay miles, millones, que le otorgan un estatus mágico de realidad en miles de dimensiones. Pero no es algo que se esté llevando a cabo de una forma natural, sino que, igual que la televisión iba a matar a la radio, internet parecía comerse todo lo que tuviera a su alcance. El periodista de hoy, especialmente el español, digiere con dificultad el avance que puede suponer (y supone) la red para su propia profesión. No son antagónicos, sino complementarios si se tratan correctamente.

Puntos de vista irreconciliables
Los mismos autores y conocedores del medio periodístico difieren en la opinión que la red les merece con respecto al periodismo. Por un lado, Alan Rusbridger, director del diario británico THE GUARDIAN, aboga por una apertura total, sin restricciones. No en vano, esta actitud le posibilita llegar a una audiencia mucho más amplia y, por tanto, el impacto en la opinión pública también es mayor. Por otro lado, David Simon, periodista y creador de la serie THE WIRE, defiende la idea contraria. Los periódicos deben cerrarse y cobrar por la información que lanzan por internet. Sin ello, el periodismo de redacción acabará por desaparecer, sentencia en una entrevista.

Esta disparidad de opiniones me hace reflexionar sobre el papel principal que desempeña el usuario, pues es él quien decidirá el camino a seguir. Si el periodismo se basa en las fuentes, la red multiplica por mil esa función. Tanta es la exposición a nuevo material que el periodista digital se puede llegar a convertir en un mero filtrador de esas fuentes que saturan el mundo informativo. Discernir lo válido de lo falaz es su nueva misión. La posibilidad es tan ingente que se hace necesaria una formación del usuario en la utilización de las fuentes. Orientarle y dirigirle hacia lo correcto y menos banal.

Quizá peque de idealista pero un periódico se vende por algo más que las promociones. Un buen periódico se vende solo y la red contribuye a que la forma de entender la información pueda llegar a todo el planeta. Y todo el planeta puede llegar a cada usuario. Frases como “Ya no hay periodismo al que volver” merecen una reflexión de quienes estamos iniciando nuestros pasos en este mundo que ya ha terminado para muchos autores.

La tecnología continúa

La red es únicamente una metamorfosis natural del medio de comunicación. Es la Comunicación con mayúsculas entendida como la posibilidad que tiene el usuario de saber de todo, sobre todo, en cualquier parte del mundo o de cualquier época.

Ni la radio acabó con los periódicos, ni la televisión con la radio ni lo hará internet con ninguno de los anteriores. Todos se complementan y ofrecen algo más que, jugado con habilidad, multiplica las opciones del resto de medios. A pesar de los avances, todavía hoy estamos muy lejos de lograr la plena implementación de internet en nuestras vidas como algo natural. Las nuevas generaciones ya han nacido con ello, pero todavía queda mucha formación para que todos podamos disfrutar de las ventajas. Así pues, el objetivo es desplegar toda la fuerza del medio para hacer de la información una herramienta básica para comprender el mundo, pero ya no visto como algo impuesto, sino que el usuario puede ir a buscarla, analizarla, cotejar diversas opiniones, aportar las suyas, comprender los demás puntos de vista, conocer otros nuevos, ser partícipes de la propia generación de la información.

Todavía quedan muchos cabos sueltos. Ni la tecnología está asentada ni ha llegado a popularizarse (mis padres se manejan lo justo con el DVD, no me los imagino con un iPad en las manos). Tampoco el tema monetario está solucionado: ¿Periodismo gratis en la red? ¿Qué ocurre con los derechos de autor? ¿No es un reportaje o una columna de opinión una obra intelectual? Ni (todos) los profesionales están a la altura. Puede que las nuevas olas de periodistas no entiendan la dificultad de “colgar” un artículo en la red, pero la mayoría de los profesionales del medio todavía mantienen ciertas reticencias a la hora de exportar su trabajo fuera del papel.

Cuestión de tiempo, ese que pasa mientras nosotros consultamos la quiniela en el IPhone.