martes, 16 de noviembre de 2010

La ética y el trabajo bajo el manto de la sencillez

Nunca un viaje en autobús había sido tan gratificante.

Con un abrigo de paño y enfundado en una bufanda gris, Mikel Ayestarán se sube a un autobús madrileño que le llevará hasta el centro. Si es que llega, porque tampoco tiene mucha idea de su destino, ni de su camino. Pero seguro que llega. Igual que con su trabajo.

Con su cara de niño bueno y su trato campechano de quien parece que "simplemente pasa por aquí", Ayestarán habla con pausa, meditando cada palabra. O quizá simplemente está cansado, y como buen vasco, la tertulia con gente que no conoce apenas es cordial, amigable, pero nada más. Pero Ayestarán es de esa clase de personas que con cada frase, siempre en voz baja, puede sentar una cátedra. Especialmente para los alumnos del máster que tuvo delante este pasado miércoles y para quien ahora comparte un ratito más de su brevísimo paso por Madrid.

"Me impresiona, un profesional de la categoría de Alfonso Armada, diciéndome que venga a dar una charla. Increíble", "Un profesor mío de la Universidad me ha comentado esta mañana que sus alumnos están analizando mis crónicas (se ríe). Mis crónicas". "A veces, hablas con los seniors de los periódicos y te quedas sin saber qué decir, me impresiona todo lo que saben". Estas son algunas de las frases que se le han escapado mientras el 146 paseaba junto a la Plaza de toros de las Ventas.

Palabras que bien pudieran haber sido mencionadas por cualquier estudiante de Periodismo, pero que todavía adquieren mucha más importancia cuando se descubre que el autor es un periodista hecho a sí mismo, que se produce el trabajo sobre la marcha, siguiendo la máxima de "yo me lo guiso, yo me lo como", con una mochila y una maleta iraní ("son las mejores") siempre preparadas para salir a cualquier lugar de "su territorio" (Irán, Irak, Afganistán, Pakistán) para cubrir lo que haga falta cubrir.

Sin más jefes que su propia iniciativa, sin más equipo que sus cámaras, su teléfono y sus bolis ("imprescindibles"), Ayestarán está hoy en Madrid, pero puede que en un par de horas algo pase en algún sitio y coja el siguiente vuelo para soltar toda esa adrenalina que le impide estar más de un mes seguido en cualquier parte.

Un McGyver del Periodismo que escribe, fotografía, graba, edita, corta, re-corta, dobla y envía sus propios trabajos. A la televisión, a los periódicos, a la radio, a quien quiera comprarlos.

"Pues si soy yo, -se encoge de hombros mientras lo dice- Mikel", como si eso no fuera nada.

Casi nada, Mikel, casi nada.

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