viernes, 15 de octubre de 2010

La red, ese gran invento (todavía) sin arraigar

Internet ha cambiado nuestras vidas, no hay duda, ha modificado nuestra relación con la información y con el mundo en general. Todo está más cerca, más a mano; todo es más rápido, más instantáneo. Incluso la forma de digerir lo que acontece en el mundo. Y el Periodismo hoy supone caminar entre dos aguas, entre dos mundos que se complementan, pero no han conseguido diluirse y crear un nuevo ser. El papel y la red aún difieren en la forma en la que tratan los contenidos, porque todavía se ve como algo distinto a la hora de afrontarlos. Más sosegado el papel, más veloz la red.
¿Realmente es distinto periodismo? ¿No buscan ambos soportes el mismo objetivo? ¿No son dos formas de enfocar la información que debería ser la misma?
El soporte modifica la relación del usuario con la información. El papel da una opinión, en la red hay miles, millones, que le otorgan un estatus mágico de realidad en miles de dimensiones. Pero no es algo que se esté llevando a cabo de una forma natural, sino que, igual que la televisión iba a matar a la radio, internet parecía comerse todo lo que tuviera a su alcance. El periodista de hoy, especialmente el español, digiere con dificultad el avance que puede suponer (y supone) la red para su propia profesión. No son antagónicos, sino complementarios si se tratan correctamente.

Puntos de vista irreconciliables
Los mismos autores y conocedores del medio periodístico difieren en la opinión que la red les merece con respecto al periodismo. Por un lado, Alan Rusbridger, director del diario británico THE GUARDIAN, aboga por una apertura total, sin restricciones. No en vano, esta actitud le posibilita llegar a una audiencia mucho más amplia y, por tanto, el impacto en la opinión pública también es mayor. Por otro lado, David Simon, periodista y creador de la serie THE WIRE, defiende la idea contraria. Los periódicos deben cerrarse y cobrar por la información que lanzan por internet. Sin ello, el periodismo de redacción acabará por desaparecer, sentencia en una entrevista.
Esta disparidad de opiniones me hace reflexionar sobre el papel principal que desempeña el usuario, pues es él quien decidirá el camino a seguir. Si el periodismo se basa en las fuentes, la red multiplica por mil esa función. Tanta es la exposición a nuevo material que el periodista digital se puede llegar a convertir en un mero filtrador de esas fuentes que saturan el mundo informativo. Discernir lo válido de lo falaz es su nueva misión. La posibilidad es tan ingente que se hace necesaria una formación del usuario en la utilización de las fuentes. Orientarle y dirigirle hacia lo correcto y menos banal.
Quizá peque de idealista pero un periódico se vende por algo más que las promociones. Un buen periódico se vende solo y la red contribuye a que la forma de entender la información pueda llegar a todo el planeta. Y todo el planeta puede llegar a cada usuario. Frases como “Ya no hay periodismo al que volver” merecen una reflexión de quienes estamos iniciando nuestros pasos en este mundo que ya ha terminado para muchos autores.

La tecnología continúa

La red es únicamente una metamorfosis natural del medio de comunicación. Es la Comunicación con mayúsculas entendida como la posibilidad que tiene el usuario de saber de todo, sobre todo, en cualquier parte del mundo o de cualquier época.

Ni la radio acabó con los periódicos, ni la televisión con la radio ni lo hará internet con ninguno de los anteriores. Todos se complementan y ofrecen algo más que, jugado con habilidad, multiplica las opciones del resto de medios. A pesar de los avances, todavía hoy estamos muy lejos de lograr la plena implementación de internet en nuestras vidas como algo natural. Las nuevas generaciones ya han nacido con ello, pero todavía queda mucha formación para que todos podamos disfrutar de las ventajas. Así pues, el objetivo es desplegar toda la fuerza del medio para hacer de la información una herramienta básica para comprender el mundo, pero ya no visto como algo impuesto, sino que el usuario puede ir a buscarla, analizarla, cotejar diversas opiniones, aportar las suyas, comprender los demás puntos de vista, conocer otros nuevos, ser partícipes de la propia generación de la información.
Todavía quedan muchos cabos sueltos. Ni la tecnología está asentada ni ha llegado a popularizarse (mis padres se manejan lo justo con el DVD, no me los imagino con un iPad en las manos). Tampoco el tema monetario está solucionado: ¿Periodismo gratis en la red? ¿Qué ocurre con los derechos de autor? ¿No es un reportaje o una columna de opinión una obra intelectual? Ni (todos) los profesionales están a la altura. Puede que las nuevas olas de periodistas no entiendan la dificultad de “colgar” un artículo en la red, pero la mayoría de los profesionales del medio todavía mantienen ciertas reticencias a la hora de exportar su trabajo fuera del papel. Cuestión de tiempo, ese que pasa mientras nosotros consultamos la quiniela en el IPhone.

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